Estamos en agosto de 2011. Hace ya unos meses que regresé de mi primera experiencia por Estados Unidos y casi no puedo dejar de pensar en volver otra vez. Recuerdo el primer día cuando llegué a Los Angeles, la primera vez que pisé el Staples Center, visitar Salt Lake City, el calor de Orlando y el frio de New York. Muchos recuerdos inolvidables.

Una vez decidido que vamos a viajar en 2012, sólo queda esperar a que salga el calendario de NBA para cuadrar el viaje con los partidos que queremos ver. Pero este año no iba a ser tan fácil: el lockout hacía peligrar el inicio de la temporada y, aunque la NBA sacó un calendario de partidos como cada año, todo parecía indicar que no valdría de nada.

Este año era diferente. A diferencia de 2011 en 2012 no iba a viajar solo, iría acompañado, así que había que planear el viaje pensando en el baloncesto, pero también tendríamos que hacer algo de turismo allá por donde fuéramos. La primera semana íbamos a visitar New York y teníamos la idea de acabar unos días en Orlando, así que no quedaba mucho entre medio.

Conforme iban pasando las semanas las noticias que llegaban de Estados Unidos no eran muy positivas. Debido al lockout ya se habían suspendido las primeras semanas de competición y la cosa parecía que iba para largo.

Teníamos que tomar una decisión: los días pasaban, nos estábamos adentrando en noviembre y si queríamos tener una buena tarifa de avión y de hoteles nos teníamos que decidir cuanto antes mejor. Tras esperar un tiempo más que prudencial tomamos una decisión: vamos a planear un viaje de turismo y, si se soluciona el lockout y nos coincide algún partido, iríamos a verlo.

Tras analizar fechas y destinos acabamos decidiéndonos por esta ruta: volaríamos el domingo 5 de febrero de 2012 a New York, donde visitaríamos la ciudad hasta el viernes 10. Ese día viajaríamos en tren hasta Washington donde visitaríamos la capital de los Estados Unidos durante dos noches. Finalmente, el domingo 12 de febrero volaríamos a Orlando para visitar Universal Studios y regresar el miércoles 15 con llegada a Barcelona el jueves 16 de febrero.

La suerte estaba echada. Billetes de avión comprados y hoteles reservados. Sólo había que esperar que las noticias llegaran desde Estados Unidos. Y llegaron. El fin del lockout era oficial y el calendario oficial y definitivo vería la luz en los próximos días.

Si David Stern me hubiera puesto un calendario en blanco delante y me hubiera dejado poner los partidos que hubiese querido en las fechas que hubiese querido seguramente no lo habría hecho tan bien. La suerte estaba de nuestra parte y el día 6 de febrero los Jazz visitaban el Madison Square Garden para enfrentarse a los New York Knicks, dos días más tarde eran los Pistons lo que viajaban hasta New Jersey para jugar contra los Nets de Deron Williams. El mismo día que llegábamos a Washington los Heat visitaban la capital para enfrentarse a los Wizards de John Wall y, el 13 de febrero Ricky Rubio y sus Wolves estarían en el calor de Orlando para jugar ante los Magic.

Un total de cuatro partidos incluyendo a los Jazz en New York, a Deron Williams con los Nets, viendo a los Heat de Lebron y a Ricky en su temporada de debut en la NBA. Cuatro partidos cada uno con su propio aliciente. Ahora sí, el Tour 2012 estaba en marcha...
Continuamos nuestro apartado "A fondo" con una de esas ciudades que a todo el mundo le llama la atención: Los Angeles. Quiero hacer énfasis en una cosa que dije en la introducción de "A fondo", que coge mucha más importancia al hablar de Los Angeles: estas líneas que escribo no es ni mucho menos una guía turística ni todo lo que cuento está pensado para ir a visitar la ciudad de Los Angeles. Todo está enfocado en que el punto principal de nuestro viaje es el baloncesto y, por lo tanto, todas mis opiniones personales vienen marcadas por ese objetivo.


LOS ANGELES
 
CÓMO LLEGAR
Los Angeles es una ciudad genial para tomarla de referencia como punto inicial de nuestro viaje. Está muy bien comunicada con vuelos directos desde prácticamente cualquier capital europea. Una vez allí podremos desplazarnos sin mayores dificultades por avión hasta cualquier punto de la costa oeste o, si lo preferimos, movernos hasta la costa este para continuar nuestro viaje.

Al ser una de las ciudades más importantes de Estados Unidos, a Los Angeles se puede llegar por vuelo desde cualquier ciudad norteamericana, así que si decidimos entrar a Estados Unidos por cualquier otro lugar no tendremos mayores problemas para llegar hasta Los Angeles en un vuelo interno. Cuando hago una ruta por Estados Unidos siempre recomiendo empezar por la costa oeste e ir, poco a poco, avanzando hacia la costa este, así el vuelo de regreso se hará más corto y el efecto del jet-lag irá desapareciendo poco a poco. 

Si tenéis pensado visitar Los Angeles sólo se me ocurren tres opciones: entrar desde Europa hasta Los Angeles directamente, entrar por San Francisco y tomar un vuelo interno o bien entrar por Seattle/Portland y tomar un vuelo interno. Descartaría cualquier otra opción a no ser que queráis tirar vuestro tiempo y dinero.
 
 
CÓMO MOVERSE
Si tenemos pensado alojarnos en el dowtown tenemos varias opciones para llegar hasta allí desde el aeropuerto. Moviéndonos en transporte público, una vez salimos del aeropuerto veremos una parada de un autobús llamado LAX FLYAWAY, dicho autobús nos llevará bastante rápido hasta Union Station. Una vez allí podremos coger el metro, línea roja, hasta la parada que más nos convenga. No tardaremos más de 1 hora en hacer todo el recorrido (ya os dije que es una ciudad muy grande).

En Los Angeles voy a recomendar otra opción de transporte por si no estamos alojados en el downtown o por si queremos que nos lleven hasta la puerta de nuestro hotel. Si llegamos a Estados Unidos directamente por Los Angeles tenemos que calcular una 16 horas de vuelo (incluyendo la escala en alguna ciudad europea) y las 9 horas de diferencia horaria, así que no estará mal que nos lleven hasta el hotel el primer día. La empresa Super Shuttle (www.supershuttle.com) tiene unos traslados compartidos bastante económicos. Yo los he utilizados dos veces y todo ha funcionado a la perfección.

Cualquiera que haya visitado Los Angeles os dirá que para ver la ciudad es necesario alquilar un coche... cualquiera menos yo. Alojados en el dowtown podemos acceder en transporte público y de una forma rápida y económica a los principales puntos turísticos de la ciudad: Hollywood, Santa Mónica, Universal Studios... La línea 1 de metro (roja) te lleva desde el Dowtown hasta Hollywood y Universal Studios en unos 30 minutos, mientras que para ir a Santa Mónica basta con coger el autobús "Rapid 10" de Big Blue Bus que va directo del Downtown a Santa Mónica.
 
 
 
 
DÓNDE ALOJARNOS
El Dowtown de Los Angeles es una zona financiera donde, después de las 5 ó las 6 de la tarde no hay mucha vida. Normalmente no sería la mejor opción para alojarse, pero partiendo de la base que nuestra intención es ir al Staples Center y que nos vamos a mover en transporte público por la ciudad, el Dowtown es nuestra mejor opción.

Aunque nunca he tenido la sensación de que Los Angeles es una ciudad peligrosa, es recomendable estar alojados en un hotel que esté a la derecha de la autopista según vemos en el mapa. Puedo recomendar personalmente el hotel The Standard y el Westin Bonaventure. Otros hoteles por la zona que no deberían daros problemas serán The LA Dowtown, The O Hotel o el Hotel Figueroa (en este hotel escuché un día a Daimiel decir que ellos se alojaban durante las finales). Alguna opción más económica podría ser el hotel Cecil.
 
 
STAPLES CENTER
Una de las grandes ventajas que tiene alojarse en el Dowtown es que podemos ir andando hasta el Staples Center sin ningún problema. Es un pabellón que merece la pena visitar tanto por dentro como por fuera, así que llegad con tiempo. Aquí tenéis un mapa con lo más destacado de la zona:
 
 
 
Un año más (y van cuatro de forma consecutiva) decidimos hacer una de nuestras rutas por Estados Unidos para hacer un poco de turismo mientras vemos partidos de NBA. Conforme vamos haciendo viajes vamos tachando ciudades del mapa, las cuales hemos visitado, y las que todavía están sin tachar van siendo las que menos. Cada año la ruta es más difícil de cuadrar y, esta temporada, sin duda ha sido la vez que más nos ha costado planificarlo todo.

Nuestra primera idea para esta temporada era hacer algo sencillo, visitando New York y alguna otra ciudad de la Costa Este para acabar unos días en Orlando y el sol de Florida... pero rápidamente cambiamos de idea. Tras encontrar una buena tarifa aérea y decidir visitar Orlando en verano, llegamos al acuerdo de entrar por la Costa Oeste, visitar Salt Lake City para ver a los Jazz y acabar haciendo algo de turismo por New York.

Una de esas ciudades que todavía no hemos visitado es San Francisco, así que una vez decidimos visitar la Costa Oeste sabíamos que esta era una ciudad que teníamos que visitar sí o sí. Los Angeles es uno de esos sitios que engancha y, desde la primera vez allá por 2011, siempre me ha gustado visitar. Otro de los lugares que visité en 2011 fue Seattle y ya puestos vimos que podíamos hacer una escapada de un par de noches. Esas tres ciudades junto con Salt Lake City y New York y ya parecía que teníamos montado el viaje.

El 23 de marzo parecía una buena fecha: entrada por Seattle, 3 noches, otras tantas en San Francisco y 2 en Los Angeles, 1 noche en Salt Lake City y rumbo a New York para ver a Knicks y Nets hasta el domingo siguiente. Todo parecía casi cerrado pero no nos acababa de convencer: en los últimos viajes habíamos pasado no más de dos noches en cada ciudad (y prácticamente fuimos a ritmo de una noche por ciudad en 2013), así que teníamos la sensación de que estar tres noches en Seattle y otras tantas en San Francisco eran demasiadas.

Tras darle vueltas y vueltas a las rutas posibles y a las combinaciones aéreas vimos que, acortando una noche en Seattle y otra en San Francisco, podíamos estar en Salt Lake City el sábado y aprovechar domingo y lunes para visitar alguna ciudad que nos llamara la atención.

Y entonces tuvimos una visión. Parecía casi sin querer pero ya teníamos la ruta montada: 

Salida de Barcelona el 16 de febrero rumbo a Seattle, ese domingo y el lunes para visitar la ciudad. El martes 18 bajamos hasta Los Angeles para ver a los Clippers ante San Antonio, el miércoles 19 los Rockets de Howard juegan contra los Lakers así que aprovecharemos para ver el Staples de oro y púrpura. 

El jueves 20 de febrero un vuelo corto rumbo a San Francisco, donde cruzaremos la bahía esa misma tarde para ver otra vez a Houston pero ahora ante Golden State. El viernes 21 visitaremos la ciudad californiana para volar, el sábado 22 de febrero a la capital del estado de Utah, Salt Lake City, donde Ricky y sus Wolves se enfrentan a nuestros Jazz. 

El domingo volaremos a New Orleans donde, ya el lunes 24, los nuevos Pelicans juegan ante los Clippers de Chris Paul y Blake Griffin. Por último, desde el martes 25 de febrero hasta el 2 de marzo, estaremos de visita en New York para ver, el jueves 26, a los Knicks ante los Golden State Warriors en el Madison Square Garden.

15 días, 6 ciudades, 8 vuelos, 6 partidos de NBA... el NBA TOUR 2014 ya está en marcha.

Lunes, 1 de febrero de 2011. Tras una semana de aviones, ciudades y baloncesto empezaba la segunda parte del viaje. Ese día como viajaba con todo el equipaje tenía traslado con SupperShuttle para ir del hotel al aeropuerto. Me recogieron a la hora prevista y dos horas antes de la salida del vuelo ya estaba en el aeropuerto. Seis horas de avión me esperaban hasta Orlando, así que desayuné bien a sabiendas que American Airlines no es la mejor compañía del mundo.

Llegar a Orlando es una experiencia increíble: el sol, las palmeras, las calles anchas, hoteles en todos los lados... es algo que desde aquel día repito cada año. Iba a estar en Orlando hasta el viernes, tenía cuatro días, así que decidí alojarme en un hotel cercano a Universal Studios. Fue uno de los grandes aciertos del viaje: tenía dos días libres y un tercer día para ir a la ciudad a ver a los Magic, como en dos días era imposible ver los cuatro parques de Disney, decidí visitar los dos parques de Universal. Como no estamos aquí para hablar de parques de atracciones no me extenderé más de la cuenta, pero desde entonces es una visita casi obligada cada año que voy allí.

Jueves, 4 de febrero de 2011. Tras dos días de relax en los parques de Universal Studios, ese jueves volvía a la que había sido la tónica habitual del viaje la primera semana. Me levanté por la mañana y desayuné en el Starbucks del Universal CityWalk, di un paseo por las tiendas y cogí un autobús que me llevaba al downtown de Orlando. Lo primero que hice fue visitar el antiguo Amway Arena, pabellón donde hasta hace unos meses habían jugado los Magic; di un ligero paseo por la ciudad, alrededor del lago que hay en un bonito parque y comí en un Subway cercano. Me llamó la atención que a tres días de la Super Bowl cada bar tenía colgando banderas de uno de los dos equipos (o incluso de los dos).

Se acercaba la hora del partido, así que fui camino del Amway Center. El pabellón por fuera es increíble, de los más bonitos que he visto, y con muy buena animación: tenían cortada una de las calles y habían montado una carpa donde un DJ iba amenizando la fiesta, un par de cheerleaders bailaban delante de la carpa e incluso varios magos hacían juegos de cartas a los más pequeños que se quedaban boquiabiertos.

Una vez dentro varias cheerleaders posaban y se hacían fotos con los fans; al subir por las escaleras mecánicas varios puestos de comida y alguna tienda se ubicaban entre acceso y acceso. La combinación de colores negro y azul de las gradas le da un aire juvenil que te hace sentir que estás a punto de ver un buen espectáculo.

Aquel día el partido no era ninguna broma: los Miami Heat de Lebron, Bosh y Wade visitaban a los Magic de Dwight Howard, el espectáculo estaba asegurado. Tras el himno llegaron las presentaciones; cuando parecía que ya lo había visto todo volvieron a sorprenderme: cada vez que el speaker nombraba algún jugador una especie de "cañón" lanzaba una llama de fuego que llegaba casi hasta el techo. Increíble.

El partido fue vibrante. Miami se iba en el marcador con un Lebron estelar en la primera parte y cuando todo parecía acabado, Orlando remontó hasta ponerse uno abajo y posesión en el último minuto. Al final ganaron los Heat y me fui de aquel pabellón sabiendo que no tardaría en volver.


Viernes, 5 de febrero de 2011. Los días anteriores los había pasado en la calurosa Florida, pero en la parte norte de la Costa Este una tormenta de nieve había cerrado varios aeropuertos, incluido el JFK de New York. Por suerte el jueves por la tarde ya de había normalizado todo y pude volar el viernes sin problemas.

Sólo estuve una noche en New York, pero aquel día y medio que pasé en Manhattan no los olvidaré nunca: tras los tres días en los que no había parado de nevar la ciudad parecía una auténtica postal de navidad. La nieve en Central Park casi se medía en metros en algunas zonas y algunos de los edificios más altos desaparecían entre las nubes.

Por desgracia el calendario de la NBA no quiso que esa noche jugaran ni Knicks ni Nets, así que solo me quedaba disfrutar de una ciudad mágica y empezar a pensar en que se acababa mi viaje. Dos semanas más tarde estaba allí tumbado, en mi cama de mi hotel de New York, repasando todo lo vivido: desde las playas de Los Angeles hasta los Studios Universal de Orlando, pasando por la ciudad mágica de Salt Lake City, Portland, aquel paseo en tren por el norte de la Costa Oeste y aquella cena en el puerto de Seattle. Habían sido dos semanas inolvidables.

Aquel año Dallas daba la sorpresa ganando a Miami en las finales y, pocos días más tarde, mientras empezaba a planificar el viaje de 2012, una palabra sonaba con mucha fuerza, una palabra que haría tambalear mi próximo viaje, que no me dejaría dormir por las noches... por desgracia el 2012 iba a ser el año del LOCKOUT.

CONTINUARÁ....

Sábado, 30 de enero de 2011. En aquel momento comprendí porque algunas paradas de tren o autobús en Seattle están bajo tierra. Realmente no parecía uno de los días más fríos de aquel invierno, pero aún no eran poco más de las 05:00h de la mañana y eso se notaba en el ambiente. Con mucho sueño llegué al aeropuerto de Seattle-Tacoma y desayuné, como ya me había acostumbrado, en el Starbucks de la terminal. Aquel día volaba de regreso a Los Angeles con Alaska Airlines y debo decir que me sorprendió gratamente esta compañía.

No eran ni las 11 de la mañana y ya estaba de vuelta en el hotel The Standard, recuperando mi maleta que había dejado allí unos días antes. Estaba en la mitad de mi viaje pero parecía como si lo mejor ya hubiera pasado. Recordaba como hace 6 días había llegado a ese hall de hotel lleno de ilusiones con todo lo que me esperaba por delante y, 6 días más tarde, ya había cumplido varios de mis sueños de infancia. Aunque todavía quedaba una semana entera por delante...

Al mediodía cogí el metro y me bajé en la parada Hollywood-Highlands para visitar la zona de Hollywood. No era una de las visitas que más me apetecía pero había que ir. No me sorprendió: una calle donde lo más destacable son varios teatros y donde todo el mundo se hace fotos con baldosas... En fin.

A Los Angeles había vuelto para ver baloncesto, así que me dispuse a ello. Jugaban los Clippers de Blake Griffin contra los Bobcats, había que ver a la nueva estrella de Los Angeles. Una de las cosas que más me impresionó del Staples Center fue que realmente parece un pabellón diferente cuando juegan Lakers o Clippers: el parquet, las "banderolas" de las gradas, la iluminación e incluso el marcador... es como si estuvieras en otro pabellón.

El partido no tuvo historia pero es uno de los que mejor recuerdo tengo: estaba sentado en la primera fila de la grada justo en una "esquina", el partido se veía de maravilla. Aquella noche me entró hambre y me pillé una pizza barbacoa en un puesto de comida rápida dentro del pabellón y ahí estaba yo... viendo un partido de NBA a todo lujo con pizza, una cerveza gigante y mates de Blake Griffin a 10 metros de mi cara. Sencillamente inolvidable.

Acabó el partido y me fui al hotel. Al llegar puse la ESPN y ya estaban hablando del partido del domingo: los Celtics visitaban el Staples Center para jugar contra los Lakers a la mañana siguiente, 12:30h hora local, horario ACB. Aquel mismo día se jugaba la Pro Bowl de la NFL, estuve viendo el partido y me fui a dormir, la mañana siguiente iba a ser espectacular.

Domingo, 31 de enero de 2011. Tras llevar los últimos cuatro días levantándome entre las 05:00h y las 06:00h de la mañana, ese día me di el lujazo de despertarme a las 10:00h. Recuerdo esa mañana como un día de relax: hasta ahora siempre había madrugado para ir a visitar algo o ir a algún aeropuerto para cambiar de ciudad... ese día era completamente diferente; me levanté con toda la calma del mundo, me di una ducha relajada, me vestí acorde para el partido y salí a la calle. 

A dos horas de empezar el partido ya se notaba ambiente en la calle. Entré en un Starbucks y desayuné tranquilo, miré un rato las páginas deportivas por internet a través del móvil y me dirigí al Staples Center. Me sorprendió ver bastante gente con camisetas de los Celtics de camino y, al llegar, el ambiente era increíble. Faltaba una hora y media para empezar, eran las 11:00h de la mañana, pero aquello estaba a rebosar de gente. Veía a la gente haciendo cola en la puerta del Staples esperando que abrieran las puertas, el "set" de la ESPN haciendo la previa del partido justo a las puertas del pabellón, reventas intentando hacer el agosto ofreciendo entradas a $700 la más barata... en fin, era un Lakers-Celtics.

Paso por el "Box Office" y recojo mi entrada, al salir de la cola tres o cuatro personas me la quieren comprar, la oferta era tentadora pero no había volado más de 9.000 kilómetros para ver el partido por televisión. Se abren la puertas del pabellón y la gente empieza a entrar. Paso el control de metales como en cada partido y justo detrás un par de cheerleaders están repartiendo "toallas" pequeñas de Lakers. Les pido una y me dicen que no, que no vestido de los Celtics; no tengo que insistir mucho para que me regalen una, sería un buen recuerdo para un amigo.

Tras subir, y subir, y subir... escaleras mecánicas encuentro mi asiento, el peor de todo el pabellón. Si me pongo de pie puedo tocar con la mano las "banderas" de campeón de los últimos años. Estaba sentado en la penúltima fila del segundo anillo detrás de la canasta. Los jugadores se veían minúsculos allí abajo pero me daba igual, estaba a punto de ver el partido del año.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue ver la diferencia del trato con los que tienes sentados alrededor según tu ubicación. En los otros partidos que había visto estaba sentado siempre en las primeras filas y allí la gente acostumbra a ir a lo suyo, aquí arriba todo era difente. No tarde mucho en entablar conversación con unos chicos que tenía al lado que eran fans de Lakers y con un señor que tenía justo detrás aficionado a los Celtics. Les conté el viaje que estaba haciendo y quedaron impresionados pero me llamó más la atención su sorpresa al ver que era español y no animaba a Pau Gasol, sino al equipo contrario.

Llegó la hora del himno, respetuoso como siempre. Lo había escuchado tantas veces que se estaba convirtiendo en la canción del verano. Tras el himno las presentaciones... los silbidos a los jugadores de los Celtics eran ensordecedores hasta que por megafonía dijeron: "...at Center... number 36... Shaquille O'Neal..." entonces los gritos y silbidos de todo el pabellón atronaban como si squello se fuera a venir abajo, tan solo un par de valientes aplaudíamos, el resto estaban realmente cabreados. La presentación de Lakers, como siempre, espectacular: cae la lona desde el techo hasta el suelo y proyectan imágenes de los jugadores... es una de esas cosas que hay que vivirlas.
 
El partido fue vibrante, emocionante, posiblemente el mejor que vi aquel año. Rondo dominaba en ataque y en defensa y Pierce ponía la puntilla en casi cada ataque. O'Neal parecía imparable ante Pau y los Celtics acabaron llevándose la victoria del Staples. La gente se iba cabizbaja a casa mientras los aficionados de los Celtics se quedaban un rato más en el pabellón haciéndose alguna última foto de recuerdo.

El resto de la tarde fue tranquila. Una vez se hizo de noche salí a dar un paseo e hice varias fotos con el "modo nocturno" de la cámara. Tras cenar y de vuelta en el hotel preparé la maleta; el día siguiente me esperaban seis horas de vuelo camino de la Costa Este y el calor de Florida: Orlando era el próximo y penúltimo lugar a visitar.